martes, 26 de marzo de 2013

Leyenda del Silbón


El Silbón fue un joven caprichoso y consentido, se le había acostumbrado desde pequeño a cumplirle cualquier capricho. Estaba un poco mayor el día que se le antojó comer asadura de venado, al enterarse su padre inmediatamente salió de cacería a buscarle un venado…
Cuando el hombre regresó de la cacería lo hizo con las manos vacías, no había tenido buena suerte, el hijo entró en cólera, sin darle tiempo de huir, lo agarró del cuello, lo apuñaló y le sacó el hígado, corazón y pulmón con que se hace el asado. Después dejó el cuerpo tirado y fue a casa con las partes de su padre para que la madre comenzara a prepáralo. La mujer acabó por darse cuenta de que las partes para la asadura no se ablandaban como de costumbre, así que bajo sospechas avisó al abuelo.
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Tras descubrir el crimen, el joven fue maldecido por su abuelo y su hermano, quienes después lo ataron, le pelaron la espalda a latigazos, le frotaron ají en las heridas, lo exiliaron para siempre de casa y mandaron al perro Tureco para que lo persiguiera, lanzándole la maldición de que sería errante y no tendría descanso pues oiría los ladridos del perro cada vez que se detuviera a descansar.
Se dice por allá en los llanos que El Silbador persigue a las embarazadas, que su silbido penetra los oídos e infunde frío y que, si alguien lo escucha en tono agudo, pronostica la muerte de una mujer, mientras que si suena grave pronostica la de un hombre. En cualquier caso, esa mujer u hombre es generalmente alguien conocido por parte de quien ha escuchado el silbido.
Entre más cerca se escuche el silbido más lejos esta, pero si el silbido se escucha lejos, ¡ay de aquel que lo oye!

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